La Hermandad de la Flagelación del Señor escenificó una etapa más de la Semana Santa guardamarenca dentro los actos pasionales del Martes Santo. La jornada en el municipio guardamarenco, como casi en toda la comarca, tenía por encima un cielo que en los instantes iniciales a la salida del trono hizo presagiar un itinerario pasado por agua.
Instantes después de las nueve y media de la noche el paso, precedido por los nazarenos enfundados bajo sus capuchas, salió de la Parroquia de San Jaime Apóstol, donde recibió una calurosa bienvenida ante cientos de ciudadanos que se dieron cita a las puertas del templo para demostrar su devoción a través de sus aplausos y gritos a la imagen.
Un momento emotivo de la procesión fue el discurso que el capataz de la hermandad ofreció a los costaleros para sacar el trono a la calle, recordando a los cofrades que han perdido la vida desde la celebración de la última Pascua y jaleando a los porteadores para hacer más llevadera la carga de una procesión que se alargo cerca de dos horas y que también fue muy aplaudida por quienes se acercaron a las inmediaciones del templo para ver desfilar a la hermandad.
Los nazarenos guiaron los pasos del Cristo de la Flagelación envueltos en el aroma del incienso, bajo los acordes interpretados por la banda de la hermandad con una amplia representación del sonido de cornetas y tambores que marcaron el ritmo de la talla hasta su llegada a la explanada de la calle del Castillo, donde tuvo lugar la representación del Lavatorio de Pilatos junto a los componentes de la Centuria Romana de la localidad que se anexionaron a la procesión en este episodio ya tradicional en la noche del Martes Santo guardamarenco.
A su llegada de nuevo a la parroquia de San Jaime Apóstol la hermandad recibió la despedida de los fieles que permanecieron pacientes la entrada de la figura al templo.
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